Vintage Junk: Crunch Tato’s

Aunque no lo crean, a principios de los 90 la variedad de snacks salados que teníamos disponibles en México era mayor que la que hay actualmente. Sabritas y Barcel tenían un montón de productos que ya no existen. Seguramente no todos tenían muchos fans y por eso ya no existen. En fin, la mercadotecnia tiene sus motivos. Entre esos fenecidos productos uno que recuerdo mucho son las papas fritas Crunch Tato’s.

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Las Crunch Tato’s fueron la versión mexicana adaptada por Sabritas de las Crunch Tators de Frito Lay, también ya desaparecidas. Por eso el cocodrilo del empaque. Taters es una forma coloquial de referirse a las papas y, pues, taters, gator (por alligator o cocodrilo), em… Eso pasado por la mente de un no muy buen mercadologo y llegamos a Tators. Crunch Tators, got it? Definitivamente no el mejor branding del mundo.

¿Qué tenían de especial? Se anunciaban como papas muy crujientes y lo eran. Con lo que sé de cocina ahora, casi puedo asegurar que eran papas sometidas a una doble fritura en caldero y por eso eran tan crujientes. De alguna manera eran las Chips de Sabritas. Los sabores eran sal, jalapeño y «a las brasas». Éstas últimas en realidad eran sabor salsa bbq picante y ahumada, de hecho, el nombre original de este sabor en Estados Unidos era Mighty Mesquite. La variedad «a las brasas» era realmente buena, fueron mi snack favorito durante el par de años que existieron.

Y éste era el comercial übercheesy con que se promocionaban. Nótese el pésimo lipsync en el doblaje.

Bueno, las papas de verdad eran buenas. Si no me creen a mí, pueden creerle a Kevin McCallister. Un experto estratega militar como él seguro sabe de snacks.

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The Hard Times: la lucha de ser punk es real

The Hard Times es como The Onion pero de la escena punk independiente. Si alguna vez tuviste una banda que no llegó a ningún lugar por falta de oportunidades (o de talento) seguramente te identificarás con estas historias sobre el absurdo suburbano de vivir en el nivel más bajo y cutre de la cadena alimenticia del rock.

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La diversión está acá: http://thehardtimes.net/

Sister Ectoplasma: Milkshake-fueled sexy noise

No soy adulto. Soy un adolescente con veinte años de experiencia. Me gusta decir eso y creo que es cierto. A pesar de las articulaciones ya un poco maltrechas y la piel no tan lozana, me siento muy en sintonía con mi yo adolescente. Las mismas inquietudes, las mismas pasiones. 🙂 Los mismos problemas, las mismas inseguridades. 😦 ¿No he madurado? Bueno, no creo en eso. No creo que exista la madurez. Creo que adaptarse a las circunstancias materiales y a los requerimientos sociales no tiene nada de maduro. Simplemente es lidiar con lo que hay. A mi personalidad estacionada en la adolescencia la interpreto como que en realidad formé mi verdadera identidad desde muy joven. Siempre me gustaron cosas grandiosas y trascendentes, por eso no tuve que dejar atrás a Limp Bizkit, Papa Roach y a otras cosas así. Good shit surpasses nostalgia. Mi adolescencia no consistió en fads, no se trató de seguir modas o encajar en un grupo. Siempre me he tratado del apasionamiento por las cosas que me gustan y creo que eso es lo que me mantiene joven, disidente y en búsqueda de cosas nuevas y emocionantes que alimenten ese apasionamiento. Eso es lo que me conserva (orgullosamente) adolescente.

Y cuando reconozco ese mismo ímpetu adolescente en la música me lleno de felicidad. No es algo común, mucha música está construida sobre poses, y lugares comunes, por eso lo que hace Sister Ectoplasma me parece entrañable. Sister es una chica de la ciudad donde vivo (León). No conozco mucho de su historia, porque no la frecuento tanto. Sé que tiene 27/28 años. Tiene un rostro conejil y toca la guitarra en su propia banda, con quienes toca canciones que nadie parece entender.

sise02Una vez le dije a Sister Ectoplasma que estaba vestida de 1996. Además de que fue un comentario übercharming de mi parte (y que le encantó, desde luego), también es un adecuado resumen de las intenciones de la Ecto. Ella no es una teen de los noventa. Ella padece esa extraña nostalgia de la generación Z, por la que añoran épocas que no vivieron. A Sister Ectoplasma le gustan los Simpson, Married with Children, Hole, Kittie y otras cosas que hacen parecer que nació diez años tarde.

No tengo idea de cómo opera la banda, pero hasta ahora han publicado un EP y un single en formato digital. Creo que Sister escribe las canciones mientras ve TV en su alcoba y luego la banda completa se encarga de vestirlas. Creo. El resultado es como pop-grunge-emo con un dejo riot-grrrly o una mezcla de cosas noventeras que te recuerdan a todas las bandas eminentemente finiseculares con una frontgirl, como Garbage, Sleeper, Le Tigre, Breeders, pero con más ingenuidad y autenticidad. Sister Ectoplasma is bona fide lo-fi gourmet shit. Es como shoegaze con presupuesto sub-garage; es como unos buenos nachos con queso. Y todo eso que digo es algo bueno.

La cosa con Sister Ectoplasma es que es transparente. Sufre como adolescente porque así siente las cosas y es así como lo expresa. Sus canciones obviamente hablan de chicos, corazones rotos, sexo, baja autoestima, inseguridad, paranoia, celos, más sexo y bueno, ya me entendieron,  cosas de adolescentes, que en realidad son las mismas cosas que nos atormentan después, pero que la sociedad dice quedemos ignorar y conformarnos con un sistema de convencionalismos para regular nuestra conducta (todo eso es mi interpretación, algún día le preguntaré a Sister de qué se tratan realmente sus canciones). ¿Cómo no disfrutar de tan honestos devaneos de una chica que entiende que esas cosas no se superan y sólo se ignoran?

Para mí el lenguaje de la adolescencia es la alineación básica del rock: una guitarra, un bajo y una batería. Con eso basta para expresar el drama, la frustración sexual, la falta de identificación y todas las crisis que nos hacen estar enojados a los diez y seis  años. Y a los veinticinco. Y a los treinta y cuatro… El ímpetu, la intimidad, las texturas adecuadas y una sensibilidad femenina muy cercana son los detalles que hacen que Sister Ectoplasma me resulte un proyecto cautivador. Me gustaría que fueran menos low-key, pero vamos, esa intimidad es clave y no necesariamente es accesible para los de por sí viciados público y escena musical de México. Si a ustedes les gusta sentir esa dramática comezón de la angustia adolescente visiten a Sister Ectoplasma en sister-ectoplasma.bandcamp.com y compren su música. Pueden descargarla sin costo, pero vamos, son canciones hormonales que valen por lo menos un dólar cada una. Y, créanme, su dinero será bien aprovechado en comida chatarra, malteadas y cervezas.

Sister Ectoplasma, no seas incrédula. Nos gusta tu cara, nos gusta tu música.