Soñé que hacía stand up…

Soñé que hacía stand up y al despertar me dio por escribir este bit:

Ya pasó casi un año del estallido del movimiento MeToo. Más allá de los aciertos, los errores, los puntos de vista, las críticas y todo eso, tenemos que reconocer que se convirtió en un parteaguas para generar un importante cambio en las dinámicas sociales y culturales. No sólo en cuestión de conciencia y equidad en el día a día, sino también en el terreno artístico y eso es muy importante para quienes amamos el cine, porque la forma de hacerlo se ha transformado a partir del surgimiento del MeToo.

Vamos, que en las escuelas de cine de Estados Unidos ya prácticamente estaban por incluir en sus cursos una clase sobre cómo chupársela a Harvey Weinstein.

Ya me imagino el temario:

Unidad 1 – Técnicas avanzadas para no poner caras de asco.

Unidad 4 – Deepthroat: un centímetro más, un millón más.

Y, pues, ya al final del curso vienen las cosas que realmente hacen la diferencia:

Unidad 11 – La gente que escupe no se lleva el Oscar.

Pero es el 2018, el mundo post-MeToo y y esas clases ahora serán el «Catecismo Incluyente presentado por Mickey Mouse».

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