No soy adulto. Soy un adolescente con veinte años de experiencia. Me gusta decir eso y creo que es cierto. A pesar de las articulaciones ya un poco maltrechas y la piel no tan lozana, me siento muy en sintonía con mi yo adolescente. Las mismas inquietudes, las mismas pasiones. 🙂 Los mismos problemas, las mismas inseguridades. 😦 ¿No he madurado? Bueno, no creo en eso. No creo que exista la madurez. Creo que adaptarse a las circunstancias materiales y a los requerimientos sociales no tiene nada de maduro. Simplemente es lidiar con lo que hay. A mi personalidad estacionada en la adolescencia la interpreto como que en realidad formé mi verdadera identidad desde muy joven. Siempre me gustaron cosas grandiosas y trascendentes, por eso no tuve que dejar atrás a Limp Bizkit, Papa Roach y a otras cosas así. Good shit surpasses nostalgia. Mi adolescencia no consistió en fads, no se trató de seguir modas o encajar en un grupo. Siempre me he tratado del apasionamiento por las cosas que me gustan y creo que eso es lo que me mantiene joven, disidente y en búsqueda de cosas nuevas y emocionantes que alimenten ese apasionamiento. Eso es lo que me conserva (orgullosamente) adolescente.
Y cuando reconozco ese mismo ímpetu adolescente en la música me lleno de felicidad. No es algo común, mucha música está construida sobre poses, y lugares comunes, por eso lo que hace Sister Ectoplasma me parece entrañable. Sister es una chica de la ciudad donde vivo (León). No conozco mucho de su historia, porque no la frecuento tanto. Sé que tiene 27/28 años. Tiene un rostro conejil y toca la guitarra en su propia banda, con quienes toca canciones que nadie parece entender.
Una vez le dije a Sister Ectoplasma que estaba vestida de 1996. Además de que fue un comentario übercharming de mi parte (y que le encantó, desde luego), también es un adecuado resumen de las intenciones de la Ecto. Ella no es una teen de los noventa. Ella padece esa extraña nostalgia de la generación Z, por la que añoran épocas que no vivieron. A Sister Ectoplasma le gustan los Simpson, Married with Children, Hole, Kittie y otras cosas que hacen parecer que nació diez años tarde.
No tengo idea de cómo opera la banda, pero hasta ahora han publicado un EP y un single en formato digital. Creo que Sister escribe las canciones mientras ve TV en su alcoba y luego la banda completa se encarga de vestirlas. Creo. El resultado es como pop-grunge-emo con un dejo riot-grrrly o una mezcla de cosas noventeras que te recuerdan a todas las bandas eminentemente finiseculares con una frontgirl, como Garbage, Sleeper, Le Tigre, Breeders, pero con más ingenuidad y autenticidad. Sister Ectoplasma is bona fide lo-fi gourmet shit. Es como shoegaze con presupuesto sub-garage; es como unos buenos nachos con queso. Y todo eso que digo es algo bueno.
La cosa con Sister Ectoplasma es que es transparente. Sufre como adolescente porque así siente las cosas y es así como lo expresa. Sus canciones obviamente hablan de chicos, corazones rotos, sexo, baja autoestima, inseguridad, paranoia, celos, más sexo y bueno, ya me entendieron, cosas de adolescentes, que en realidad son las mismas cosas que nos atormentan después, pero que la sociedad dice quedemos ignorar y conformarnos con un sistema de convencionalismos para regular nuestra conducta (todo eso es mi interpretación, algún día le preguntaré a Sister de qué se tratan realmente sus canciones). ¿Cómo no disfrutar de tan honestos devaneos de una chica que entiende que esas cosas no se superan y sólo se ignoran?
Para mí el lenguaje de la adolescencia es la alineación básica del rock: una guitarra, un bajo y una batería. Con eso basta para expresar el drama, la frustración sexual, la falta de identificación y todas las crisis que nos hacen estar enojados a los diez y seis años. Y a los veinticinco. Y a los treinta y cuatro… El ímpetu, la intimidad, las texturas adecuadas y una sensibilidad femenina muy cercana son los detalles que hacen que Sister Ectoplasma me resulte un proyecto cautivador. Me gustaría que fueran menos low-key, pero vamos, esa intimidad es clave y no necesariamente es accesible para los de por sí viciados público y escena musical de México. Si a ustedes les gusta sentir esa dramática comezón de la angustia adolescente visiten a Sister Ectoplasma en sister-ectoplasma.bandcamp.com y compren su música. Pueden descargarla sin costo, pero vamos, son canciones hormonales que valen por lo menos un dólar cada una. Y, créanme, su dinero será bien aprovechado en comida chatarra, malteadas y cervezas.
Sister Ectoplasma, no seas incrédula. Nos gusta tu cara, nos gusta tu música.